Justo después del alba
No pude evitar tratar de huir, tu fría máquina gris pisaba mis talones; tenía la esperanza de que no me hubieras visto, quise perderme entre el terreno pero no lo logré. Caminé más aprisa con la esperanza de que no me siguieras, caminé sin mirar atrás, sin prestar atención siquiera al llamado que hiciste; te había perdido pensé, te había dejado atrás dije, pero en ese momento irrumpiste a mi costado.
Tu cara llena de ira, tus ojos en llamas con un tic desencajado, tu voz... sinceramente había imaginado algo más potente, tu manoteo vehemente, pensé que ibas a atacar y me puse en guardia, una guardia que no notaste conscientemente. La verdad te había imaginado más grande, quiero decir colosal, un titán; fueron sus palabras las que me hicieron verte de esa manera, pero al final, cuando por fin estuvimos frente a frente te vi tan humano, tan afectado por ti mismo, tan similar a mí que no pude evitar bajar la guardia.
A pesar de todo, te comportaste como un caballero, jamás me insultaste o intentaste atacarme desprevenido y te mantuviste a una respetuosa distancia. Hablabas un tanto fuera de ti, pero sé que estás acostumbrado a la ira, a la falta de serenidad a los gritos, a que se haga tu voluntad, a tener siempre razón.
No valían las pena mis explicaciones, no significaban nada para ti, sólo traté que te sintieras más tranquilo que pudieras salir de tu embrollada imaginación y te dieras cuenta de que nada pasa. Al final no sé qué pensaste, pero dijiste: "ya entiendo, ahora lo sé todo". Y a eso te puedo decir, que nada entiendes y sabes muy pero muy poco.
Te fuiste en tu fría máquina y después escuché que querías acabar conmigo, que te detuviste por otros motivos, por precauciones; en verdad te detuviste por mi continente, por lo que viste en mis ojos... Yo nunca tuve miedo, todo fue por defender a otra persona. Pero desde que sé que me he ganado tu odio, he esperado secretamente nuestro encuentro, nuestro combate, el Oso contra el Zorro. Deseaba con todas mis fuerzas que lanzaras el primer ataque, tu zarpa incontenible sobre mí, pero ese momento no llegó.
Si hubieras querido acabar conmigo, lo hubieras hecho en ese mismo momento, estábamos solos, no había testigos cerca, estábamos a campo abierto y yo estaba listo... además ¿qué mejor momento para batirse que justo después del alba?
Tu cara llena de ira, tus ojos en llamas con un tic desencajado, tu voz... sinceramente había imaginado algo más potente, tu manoteo vehemente, pensé que ibas a atacar y me puse en guardia, una guardia que no notaste conscientemente. La verdad te había imaginado más grande, quiero decir colosal, un titán; fueron sus palabras las que me hicieron verte de esa manera, pero al final, cuando por fin estuvimos frente a frente te vi tan humano, tan afectado por ti mismo, tan similar a mí que no pude evitar bajar la guardia.
A pesar de todo, te comportaste como un caballero, jamás me insultaste o intentaste atacarme desprevenido y te mantuviste a una respetuosa distancia. Hablabas un tanto fuera de ti, pero sé que estás acostumbrado a la ira, a la falta de serenidad a los gritos, a que se haga tu voluntad, a tener siempre razón.
No valían las pena mis explicaciones, no significaban nada para ti, sólo traté que te sintieras más tranquilo que pudieras salir de tu embrollada imaginación y te dieras cuenta de que nada pasa. Al final no sé qué pensaste, pero dijiste: "ya entiendo, ahora lo sé todo". Y a eso te puedo decir, que nada entiendes y sabes muy pero muy poco.
Te fuiste en tu fría máquina y después escuché que querías acabar conmigo, que te detuviste por otros motivos, por precauciones; en verdad te detuviste por mi continente, por lo que viste en mis ojos... Yo nunca tuve miedo, todo fue por defender a otra persona. Pero desde que sé que me he ganado tu odio, he esperado secretamente nuestro encuentro, nuestro combate, el Oso contra el Zorro. Deseaba con todas mis fuerzas que lanzaras el primer ataque, tu zarpa incontenible sobre mí, pero ese momento no llegó.
Si hubieras querido acabar conmigo, lo hubieras hecho en ese mismo momento, estábamos solos, no había testigos cerca, estábamos a campo abierto y yo estaba listo... además ¿qué mejor momento para batirse que justo después del alba?
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