Caminata nocturna parque EcoAlberto

Todo comenzó con una invitación para la Filarmónica Juvenil de la de Ciudad de México: tocar en el Parque EcoAlbero.

El lugar es un cañón situado a unos kilómetros de Ixmiquilpan, es una reserva turística y natural custodiada por Ñañu, mal llamados Otomíes (según ellos, decir otomí es mal hablar).

Después de unas horas de camino, llegamos al balneario de este complejo y disfrutamos de las aguas termales y del trato preferencial por ser de la orquesta. Después nos sirvieron de comer, platillos deliciosos y preparados al estilo tradicional, como el pollo en penca que es una especie de barbacoa, unos ejotes enchilados, frijoles, caldo de pollo y refrescantes aguas de tuna y granada.

Ya comidos estábamos dispuestos a tocar y debo decir que fue uno de los conciertos más accidentados que hemos tenido, ya que el aire libre no es el mejor escenario para una orquesta y menos cuando hace tanto aire. Las ráfagas se colaban por el cañón y eso hacía que las sillas, partituras, atriles y hasta los timbales volaran. Alan de trompeta tuvo que soportar un rato un timbal caído. Los directores que no estaban en acción detenían la lona para que no chicoteara y las partituras para que no volaran. A pesar de todo, la gente nos recibió muy bien y se mo0stró satisfecha con el concierto que para mí en lo personal fue demasiado largo.

Habiendo terminado el concierto nos disponíamos a regresar, hasta que Mónica(flauta) nos propuso que nos quedáramos, que todo sería gratis y que sería una experiencia genial. Estuve a punto de no quedarme y de haberlo hecho así, me hubiera arrepentido mucho.

El objetivo era asistir a la caminata nocturna que es una de las actividades insignia de EcoAlberto. Una vez preparados y cambiados, nos llevaron en unas camionetas a pasar una lista ya que había más de 140 personas creo yo. Obviamente aproveché el camino para contar chistes e historias y hacer reir a todos los pocos que decidimos quedarnos. Una vez que pasaron lista, nos volvieron a subir a las camionetas y nos llevaron hasta la iglesia del pueblo que fue el punto de concentración y donde se nos dieron todas las instrucciones.

Hombres y mujeres en pasamontañas nos explicaron que esta caminata iba a ser en la oscuridad, por territorios llenos de obstáculos, lodo, agua y que iba a ser una simulación de la experiencia de los compatriotas que cruzan la frontera; todo esto porque gran parte de la comunidad Ñañu( por cierto esto significa "el hombre que habla por la nariz") se ha ido a los Estados Unidos. Nos pidieron que nos metiéramos en el papel, que respetáramos las instrucciones y que nos comprometiéramos a trabajar como equipo.

Después vino un discurso sobre la importancia de sentirnos orgullosos de ser mexicanos, de dejar atrás mentalidades mediocres y "chingativas" que sólo nos perjudican y que nos atreviéramos a ser seres humanos libres empezando por nuestro interior. Nos contaron la historia de Don Alberto, de su hazaña y al final cantamos el himno nacional. Nos pedían que lo hiciéramos con fuerza, con enjundia y así fue; la orquesta fue la facción más afinada y fue muy gracioso ver que mucha gente no se sabe más estrofas del himno, sobre todo esas que dicen: "guerra guerra sin tregua al que intente..."

Después de la preparación, nos dividieron en grupos y empezó la caminata. Nos pidieron que corriéramos y que nos ocultáramos de "la migra", una camioneta con agentes y torreta que nos recibió a balazos y amenazas de que no nos atreviéramos a cruzar "la frontera". Pese a eso los guías nos indicaban el camino, todo fue mejor cuando nos internamos en la zona pantanosa, llena de lodo y charcos, más de uno metimos una pierna en el lodo hasta la rodilla y otros tantos más perdieron el calzado. Afortunadamente iba bien acompañado con uno de mis amigos más tácticos: el Klzón, juntos hicimos buen equipo y nos íbamos cuidando junto con los de la orquesta.

La migra nos seguía por los caminos, lanzaban más balazos y seguían persuadiéndonos "amablemente" para desistir nuestro intento. Fue cuando la gente empezó a desordenarse, a no seguir el juego, empezaron a echar desmadre y a dejar la experiencia de lado, cosa muy triste. Seguimos avanzando y encontramos una barricada de alambre de puas; me ofrecí como voluntario para levantarla mientras los demás pasaban, fue duro porque era muchísima gente y era alambre de puas de verdad. Varios perdieron un cacho de ropa ahí, se atoraban a pesar de que mis instrucciones eran: "pecho tierra". Gente poco táctica. Otra vez hubo ratos en los que me sentí jugando Gears of War :)

Más adelante el camino se volvió estrecho y difícil y por ende, más aburrido porque la gente se quejaba de todo, no quería seguir, no avanzaba, me desesperé mucho, la gente ya no estaba para nada disfrutando la caminata... Hubo un momento en el que nos encontramos con un nativo (simulado) que nos apuntó con un rifle y nos advirtió que no debíamos cruzar estas tierras, que habíamos hecho enojar al Espíritu del Río y que debíamos dejar a alguien en ofrenda. Fue un encuentro muy fuerte, pero tanta gente echando desmadre le quitó mucho de su magia. Al final dejamos a uno, dimos la vuelta y a lo lejos escuchamos un disparo, lo habían matado en tributo al Río.

La caminata siguó y siguió, hasta que por fin nos concentraron a la orilla del Río, un lugar sagrado, lleno de piedras donde nos pidieron que nos deshicieramos de nuestra mala energía arrojando una piedra al cauce y después levantáramos y guardáramos otra que representaría una nueva oportunidad de vivir de manera positiva. Pocos respetaron el ritual. La caminata nos había enseñado mucho, qué lástima que los que más, nada aprendieron.

Al regresar al parque, nos pidieron que nos vendáramos los ojos ya que tenían una sorpresa y así fue; llegando vimos que en todo el cañón habían colocado antorchas, fue un espectáculo magnífico, me emocionó mucho, la más negra oscuridad perfilada por el fuego en los bordes del cañón. Otro espectáculo que la gente echó a perder por tomarle fotos, "hazme el chingado favor" le tomas foto a algo que no saldrá por las conidicones de luz. Mónica comentó que era como ver Howarts por primera vez.

Después la cena y el final Disney, digo Disney porque hubo casi una hora continua de pirotecnia en el cañón, sonidos estruendosos y luces cegadoras, como un mortero del GoW. Todos estábamos encantados mirando al cielo, éramos como niños, cansados, sucios, llenos de lodo y con frío, viendo estallar el cielo en miles de colores.

Regresamos al campamento, todavía compramos chelas para la sed y hubo algunos que se metieron a nadar en las termas. Yo por el contrario me quedé seco y charlando con todos vaticinando que pasaríamos frío a la hora de dormir. Vimos que la lista de precios decía: cobijas $30. Yo le dije a Odeath: "no mames, no voy a pagar 30 varos por una puta cobija piojosa". Todos rieron mucho hasta que a la hora de dormir todos estábamos congelados a pesar de estar acostados como hamsters y Odeath dijo: "chale, creo que mataría por esa puta cobija piojosa". Todos reímos aún más.

Un par de horas después despertamos, más bien nos levantamos no sin antes decir que era la peor puta noche que habíamos pasado en mucho tiempo. Vimos que el Sol comenzaba a lanzar sus rayos y todos corrimos a pescarlos como si no los hubiéramos sentido nunca.

Una experiencia magnífica, hermosa, para meditar, no me importó el cansancio, el frío, la mugre, el dolor... todo valió la pena, disfruté la enseñanza de la naturaleza y del pueblo Hñahñu a lo que sólo puedo decirles: Jämädí. Y jämädí a mis compañeros y amigos de orquesta con los que he pasado momentos memorables.