CRASH! go the cymbal

Quizá algunos de mis lectores lo sepan y otros que no, pero he de revelar que yo toqué mucho tiempo (al rededor de 9 años) percusiones en el sistema de Orquestas y Coros de la Ciudad de México así como en la Filarmónica Juvenil de la Ciudad de México. Sin embargo mi origen de percusionista es mucho más humilde y remoto.

Mi primer contacto con la percusión fue en el kinder "Semillita", había una dinámica de día de madres, día de primavera, etc donde los niños cantábamos una canción y la acompañábamos con instrumentos de percusión. A todos los niños se nos entregaban instrumentos, sin embargo la maestra nos dividía asignándonos instrumentos diferentes según nuestro desempeño cognitivo, enpocas palabras, los aplicados, los promedio y los burros. Como tal, los aplicados tenían el honor de tocar los platillos, discos metálicos codiciados por todos como monedas de un tesoro Inca, siempre quise tocar los platillos, sin embargo, como jamás he sido un alumno destacado ni una lumbrera jamás, jamás tuve ese honor, siempre veía los címbalos como un tesorto inalcanzable.  Además de eso, nunca pude tocarlos porque los instrumentistas elegidos los guardaban celosamente, no dejaban que nadie se les acercase, ni siquiera cuando acababan los ensayos me los prestaban un momento. Tuve que vivir con eso, conformarme con las claves o el triángulo y si tenía suerte la pandereta. El episodio se repitió durante 3 años de vida pre-escolar; no bastaba con saber que era considerado un alumno del montón, tenía que resignarme a jamás tocar los platillos pese al ardiente deseo que manifesté más de una vez ante las maestras, ni ruegos ni berrinches fueron escuchados.

Tiempo pasó y mis ansias de percusionista se enterraron en la memoria y en el frenesí deportivo. A los 14 años aproximadamente entré al programa de Coros y Orquesta Juveniles de la Ciudad de México ingresé ahí por recomendación de mi madre y mi hermana (quien toca el cello) y mi elección instrumental fue la flauta transversa, instrumento que dejé al poco tiempo poque además de que no sentía una verdadera conexión el profesor que tenía me resultaba sumamente desagradable. Se me dio la oportunidad de cambiar de instrumento así que me llamó la atención la percusión, los timbales, los tambores, los platillos... Juro que en ese momento el traumático episodio de mi infancia no estaba presente para persuadirme (al menos en el plano consciente). Después de unos meses de aprendizaje y de práctica le llegó el turno a la iniciación: Me mandaron a tocar a la Filarmonica Juvenil de la Ciudad de México. Realmente estaba nervioso y pues no me sentía listo para tocar todavía con una orquesta y menos ante público en una gran sala; afortunadamente todo salió bien y me gustó tanto la experiencia que ya tocar para mí era justo y necesario y lo mejor fue que muchos dijeron que tenía talento y estilo, disfrutaba tocar y los demás conmigo.

No fue sino hasta un encuentro nacional de orquestas que las luces del recuerdo se encendieron y me hiceron regresar vertiginosamente a mi tierna infancia. Estuvimos una semana instalados en el centro turístico "El Dorado" de Oaxtepec y se nos asignaron las partes que los precusionistas debíamos cubrir (deben saber que los percusionistas deben estar preparados para tocar cualquier parte del set de las obras que se vayan a tocar, desde el triángulo hasta la marimba), entre ellas me tocaron los platillos de la Suite Karelia de Jean Sibelius. La semana pasó sin novedades, con presiones debidas al rigor y al nivel que debíamos tener para que las obras salieran bien. No fue hasta el concierto de clausura que se dió en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México (sí, la música me ha llevado lejos ;) que en el último movimiento de la suite justo antes de entrar a mi parte recordé mi afán por tocar los platillos, momentos fugaces pasaron en mi mente y como una catarsis lancé el primer platillazo con un júbilo y una alegría inimaginables. Estaba tocando los platillos, no los cacharros que nos daban en el kinder, estaba tocando una obra de un gran compositor, estaba tocando como parte de una gran orquesta ¡y estaba tocando en BELLAS ARTES!

¡CRASH!! Esto va por que nunca me dejaron tocar los platillos ¡CRASH! Esto va porque nunca me dieron una oportunidad ¡CRASH! Esto va por los que pensaron que la música es una pérdida de tiempo ¡CRASH! Y esto va por todos los que pese haber tocado en el kinder no están parados aquí, como estoy ahora ¿cuántos de ustedes eh? ¿díganme cuántos? ¡CRASH!

No hay silencio entre el gran final de la suite y los aplausos del público, la respuesta es inmediata, las luces de la sala se encienden después de que mis luces del interior se hubieron encendido. Sólo me queda sonreir, colocar los platillos sobre la mesa y guardar mis entumidas manos en los bolsillos.

Comentarios

Glendah Gross Yeux ha dicho que…
Me encantó!!!!! Ayer precisamente recordaba que eres (as) percusionista!!!

Rayos, presiento que me quedé sin verte en escena.....

:-)
Latozyta ha dicho que…
wow!!! super interesante... mira que escondes muchas cosas heeee... pero... te felicito... por seguir tus sueños, por alcanzar tus metas y sobre todo te encomio por hacer de esos imposibles posibles... y tanto mas por hacerlos únicos como todo lo que haces... porque tiene tu firma... y que nadie diga que no se puede porque "nada esta escrito y todo esta permitido" (¿esta bien escrito? o bueno algo así) algún día te veré y ojala me recuerdes...
LiZ .... リス... ha dicho que…
Wow, no me sabía esa historia de cuando eras un pequeño padawan y no te dejaban tocar.
Eso suele pasar tan seguido! Con ganas de mandarle un video a tu maestra y decirle "No que no?" jajaja Pero que gusto que compartas lo que sucedio después, de que no abandonaste la música y que tocaste obras importantes en muchos lugares.
Que mal que nunca pude ir a verte tocar.

Muy bien Rodo kun!
xoxo
AnAiRaMzIaLo ha dicho que…
Me encanto! Y me consta que tenias estilo

Entradas populares