Las Experiencias Diluidas
Hace algunas semanas fui invitado para colaborar en Diario Milenio en la sección de tecnología; básicamente mis textos se convierten en entradas del tumblr de este medio. A continuación les presento un texto que fue publicado el 18 de enero de 2013:
Me
encuentro en el acuario del puerto de Veracruz, una hermosa instalación interactiva
donde la gente puede disfrutar, divertirse y aprender acerca de su entorno, su biodiversidad y su
planeta en general. Sin embargo, no es
el inmenso tanque de tiburones ni la acertada reproducción de la selva
de los Tuxtlas la que llama mi atención, no son los peces de colores ni las rayas gigantes, son mis propios
congéneres, los seres humanos.
No
puedo evitar darme cuenta que han evolucionado su postura y forma: una mano
extendida delante de su campo de visión sosteniendo su Smartphone, a través el cual ven el mundo. Sacar videos y
fotos para tener el registro y verlas después no me resulta tan lógico, si ya
pagaste (o no) una entrada y ya estás ahí, es para vivir directamente la experiencia con
tus propios sentidos. Me sorprende ver cómo la gente se preocupada por sacarle
una foto a un delfín cuando en las enciclopedias o en Internet encontrarás
millones de tomas mejores, yo en ese momento estaría preocupado por vivir la
experiencia directa sin un velo tecnológico de por medio.
Esto
me orilla a pensar que los seres humanos hemos perdido un poco la habilidad de tener experiencias directas
con los acontecimientos, los objetos y las emociones. Como si temiéramos algo,
los dispositivos tecnológicos se han vuelto un colador de la realidad, de lo
sensible. Hemos cambiado el ritual del conocer sensorialmente un objeto, una
palabra, un lugar, una persona y lo hemos sustituido por la mediación digital,
preferimos buscar la definición en la red,
su descripción en Wikipedia o visitar un perfil de Facebook. La realidad
aumentada parece reducir al ser humano… ¿Desde cuándo la gente le toma más
importancia al look de su comida que
a su sabor? Parece más importante presumir un platillo que comerlo.
¿Qué
tan temerosos estamos de retomar las experiencias? ¿Por qué no arriesgarnos a
capturar en nuestra mente esos momentos especiales en lugar de tomarles miles de fotos? ¿De qué sirve subir un mal
video a Youtube en lugar de haber
disfrutado cada segundo y cada detalle
del mejor concierto de tu vida? Por si fuera poco, tienes que cuidar que el
tumulto no te despoje de tu preciado aparato. Al menos considero menos doloroso
perder un Smartphone que perderme a mi grupo favorito en directo.
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