Keds color turquesa

Empezó cuando me fijé que de sus Keds turquesa se asomaba un dedo. Ya la había visto al subir pero sin darle importancia, en este momento, no puedo evitar echar una mirada cada que tengo una oportunidad -| un halo de luz emana del tubo de mi pluma cuando el sol le da un tajo y se refleja en el cuaderno. Escribo al vuelo, apretado entre los viajantes, a merced del traqueteo del carro, espero poder descifrar este texto más tarde |- para conocer todos sus detalles.


Nada fuera del estándar: mallones negros, chamarra de mezclilla, blusa blanca, sus uñas pintadas crema… Un discreto esquema de color salvo sus Keds y sus labios: bien grandes, bien rojos, bien pintados. Creo que ya detectó que la miro… ahora espero que no se dé cuenta que estoy escribiendo a sus costillas -| benditas musas, chidas las musas, vivan mis musas ¿dónde estuvieron escondidas estas linduras? |-.


Está leyendo a Tomás Moro, Utopía, pero interrumpe la lectura cada que tiene que pasar el cambio de un pasaje -| en este túnel apenas puedo escribir, ella no puede leer y cierra su libro y nuestras miradas se cruzan irremediablemente… otra vez… una vez más ¿me estará viendo también? ¿qué piensa de esto? Los ojos errantes, de un rostro a otro de los desconocidos que viajan a nuestro lado, sus expresiones vacías y bocas resecas, ahí están sus Keds, ahí sus labios que se inflaman en las penumbras ¿qué verá de mí? Sé de una estadística que dice que en el transporte público una persona es 54.20% más atractiva cuando escribe que cuando se clava en su movicel |-. Está guardando su libro y saca algo más de su bolsa, es un espejo tapizado con marcas de besos, como dados por unos labios tan rojos y gruesos como los suyos mismos -| ¡chingadamadre, es preciosa! |-. Retoca sus pestañas, alínea sus cejas, acaricia suave el contorno de su rostro y luego ensortija su cabello, la expresión de suma precisión que pone al delinear sus ojos es la mueca que conjura el trance.


Todos clavados en su movicel y por eso nadie la ha visto, se están perdiendo de unos buenos dulces para los ojos y aguardiente para el corazón, se están perdiendo de las maravillas discretas de un mundo frágil y breve -| si estás leyendo esto, no te molestes, en verdad, no es acoso, es literatura |-.


Me pregunto si esta chica también va para el Feudo, tiene la apariencia del común de sus pobladores, quizá un poco mayor… no podría saberlo, el libro que lee lleva el ex-libris del acervo de la biblioteca Vasconcelos, no la de Acatland. Ya llevábamos más de la mitad del camino, hay esperanza -| entonces habló y reveló el último de sus detalles ocultos: una dulce voz fry, con un ronroneo, una cuerda de cello, dijo que bajaría en la hacienda. Se sienten suaves/ las caricias que salen/ de entre tus labios. |- quizá sí vaya para el feudo.


Mientras escribo, observo y si apenas el filo de sus ojos se cruza conmigo tiemblo, me engarroto y me ruborizo vergonzosamente -| estúpido Shinji |-.


Al bajar en la hacienda de Esher-Gharaid pude verla de pie. Tiene casi mi estatura, una argolla en el ombligo -| retro, sensual de otros tiempos |-, piernotas, toda bien esculpida, todo eso soportaban los Keds. Está de espaldas a mí mientras esperamos el siguiente carretón; el mío llegó primero y cuando pensé que no la vería más, abordó antes que yo mismo. Con el carretón lleno y a diferencia del anterior donde podíamos vernos de frente, la perdí de vista durante todo el resto del camino -| la senda está llena de carretones y sus conductores gritan furiosos, se tiran miradas matonas, no podemos pasar, tanto tiempo y yo ya no puedo verte, ni tu cabello, ni tus labios, ni los Keds |-, al menos nos encontraríamos al bajar.


Ella bajó del carretón casi antes que todos y corrió al umbral del feudo esquivando audazmente los demás vehículos -| corro, corro detrás cuan rápido y cuidadoso puedo, está lejos, no puedo ir tan rápido con este fardo en mi espalda ¿a dónde va con tanta prisa? |- y saltando por encima de las vallas de los puestos de vigilancia aprovechando el cambio de guardia.


Gana distancia, no mira atrás, quizá no me vio, no se interesó, ya va aún más lejos -| se metió en chinga al baño, por eso corría, por eso no la volveré a ver, o necesitaba urgentemente una vista de cuerpo completo en los grandes espejos o debía soltar la bomba |- y es cuando se separan nuestras direcciones. Con pasos lentos / he de cruzar el bosque/ de incertidumbre. y cargar con esa intuición sobre algo de lo que no tenemos certeza o acceso sin embargo tenemos algunos indicios, como esos Keds color turquesa -| No sé si te busque después ,el feudo es grande y mis ímpetus lábiles, mi vuelo alto pero muy breve; pero fui muy afortunado hoy al cruzarme contigo |- por los que se asomaba un dedo.

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